Gamoniteiro: La Nochebuena en el techo de Asturias
El Gamoniteiro fue clave para la llegada de la televisión a Asturias. Hoy compartimos con vosotros un artículo publicado originalmente en el Asturias Semanal, concretamente el Nº32 publicado el Sábado 27 de Octubre de 1969. En él se narran los inicios de la TV en Asturias, siendo el puerto del Gamoniteiro el actor principal. Nos da una gran perspectiva de lo duros que fueron los inicios, cuando los medios y las tecnologías distaban mucho de los actuales.
La emisión regular de los programas de televisión en España fue iniciada por TVE desde los estudios del Paseo de la Habana en Madrid utilizando un transmisor de 0,5 kW instalado en el mismo edificio y las correspondientes antenas que soportaba una torre contigua. Era el año 1956.
Años más tarde, en el 1963 se inician los estudios para crear un C.E. de televisión en Asturias. En el mismo año, se inician las obras del radioenlace de Pajares con la construcción de una caseta y una línea eléctrica aérea, de postes de madera, que conectaba a la del parador en un punto próximo a la entrada actual del acceso a la estación de esquí.
En el año 1964, se inaguró oficialmente el Gamoniteiro por parte de Manuel Fraga Iribarne, ministro Información y Turismo entre los años 1962 y 1969. La inaguración se produjo en Oviedo, en la bendición de las nuevas Instalaciones de Radio Nacional de España. La primera transmisión no fue con programa sino con la carta de ajuste, el “damero maldito” como le llamaban en Asturias. Los siguientes años, no estuvieron exentos de desafíos, siendo las interrupciones del servicio habituales.
La Nochebuena en el techo de Asturias

Los tecnicos de TV pasan la fiesta pendientes del control de la emisora.
“Para nosotros el día mas largo es el del relevo”
“El programa del que estamos mas pendientes es el del tiempo”
“Durante la Nochebuena no hacemos mas extraordinario que el de la cena”
“Se levantan todos los días a las seis de la mañana y uno de ellos esta en pie hasta que acaban los programas de televisión y de radio”.


El «jeep» se detuvo sin fuerzas en el limite blanco del camino. El rugido del motor habia agotado su potencia en la misma frontera de la nieve helada: a partir de aquel leve rellano ya no hay camino, porque el surco del sendero y las laderas de los montes se han convertido en una enorme pista deslizante en la que pueden identificarse perfectamente las escasas huellas grabadas: las aristas enceradas de los esquies hundidos levemente, como el corte sutil de una cuchilla de afeitar; las suelas de las botas de los nuevos sherpas de la cumbre, y los pasos sigilosos y acechantes de los lobos.

Durante el largo invierno del Gamoniteiro, catorce hombres en dos turnos y un matrimonio residente conviven en el reducido mundo de una casa medianamente confortable, aislados del resto de la-provincia: su único contacto con la civilización lo sostienen a través de un pequeño monitor de imagen que les acompaña a lo largo de toda la jornada, incluso en las horas de las comidas.

Ellos son los hombres a través de cuyas manos pasan cada día las imágenes de la televisión que llegan a cientos de hogares asturianos.
Es el día de Nochebuena. En las calles de Oviedo y en las del resto de las villas y pueblos de la provincia y de toda España las gentes caminan con el paso nervioso, se asoman a los escaparates de los comercios para elegir el extraordinario menú de la cena y en los bares, aun sin manifestarlo, se brinda por la fiesta, por la vacación.
Son las once de la mañana y comenzamos la escalada hacia el techo habitado de la provincia: son cinco kilómetros de ascensión por un camino de nieve hasta llegar a la cumbre de mil ochocientos metros de altura.

Esta cifra imaginada fríamente, es desalentadora: con cada paso cansino me imaginaba la ascensión a esa cumbre de números helados y me daba la impresión de que no podría llegar nunca.
La brisa fría bate el rostro con cierta fuerza y poco a poco fui notando que, a pesar del hielo, las gotas de sudor resbalaban por la frente y la camisa, abrigada bajo un grueso jersey y un anorak, se pegaba a la piel humedecida de mi espalda.
Durante gran parte del camino fuimos en silencio: sólo se oía el crujir de las pisadas en la nieve y el roce prolongado de los esquies sobre el suelo helado.
Nochebuena en el Gamoniteiro
La población del Gamoniteiro es muy reducida:
- Juan Cosme Arrúe, técnico de radio y televisión y encargado del turno, es de Bilbao.
- Manuel Pulgar, operador, es de Oviedo.
- Saturnino Morales, auxiliar, es de Cercedilla.
- Abelardo Velasco, auxiliar, es de Moreda
- Dos guardas y un matrimonio encargado de las labores domésticas.
“Nuestra jornada hoy será tan monótona como el resto de las jornadas del año. Quiero decir que tendremos que trabajar lo mismo, aunque hagamos extraordinarios en las comidas”
En la cumbre del monte hace sol: no se distinguen más colores que el azul del cielo, el blanco intenso de la nieve y el gris oscuro de las nubes que se extienden a los pies de la antena.
Durante casi todo el día los escasos habitantes del Gamoniteiro hacen su vida en el interior de la vivienda. En el exterior solamente permanecen habitualmente uno de los guardas y «Chessman», un enorme perro.
“Hoy es un día más bien triste para nosotros. Es una fiesta familiar y todos estamos lejos de nuestros hogares”
¿Hablarán por teléfono con sus familiares?
“Aquí no hay teléfono. Solamente existen radioteléfonos para ponerse en contacto con los estudios de radio nacional de Oviedo, con el reemisor de Pajares, con los de Sollube y Matadeón. Pero lo usamos en casos de necesidad. Sin embargo hoy nos llamaremos todos para felicitarnos las pascuas”

Se han levantado, como todos los días, a las seis y cuarto de la mañana. Es la hora en que comienza su jornada de trabajo:
“A las seis y media encendemos los enlaces para recibir los programas nacionales de radio. Una hora más tarde encendemos la emisora de televisión. A las diez de la mañana cerramos nuevamente la emisora de TV”
“El resto de la mañana hasta la una y cuarto con la carta de ajuste lo dedicamos a realizar pruebas y otros trabajos, además de atender las emisoras de radio”
El edificio está dividido en dos partes: una de ellas la dedicada a vivienda y el resto lo ocupan las instalaciones de las emisoras.

Juan Arrúe está sentado en una mesa y anota algunas incidencias de la jornada. Los otros compañeros vigilan el monitor.
“No tenemos tiempo para aburrirnos. Siempre hay algo que hacer”

Desde hace algunas semanas la imagen que llega a Asturias se recibe vía Sollube a través de los enlaces de la costa. La emisora de TV se controla desde un panel de conmutación y control tanto de imagen como de sonido.
A través de esas pequeñas teclas seleccionamos la imagen, bien la procedente de Pajares o la de Sollube, le que con más claridad se reciba. Salvo en este momento en que no tenemos más opción que la de Sollube.
En el panel hay también unas pequeñas teclas que corresponden a la imagen local: es la imagen que provoca cientos de protestas en toda la provincia; la imagen que hace casi un mes apareció ininterrumpidamente durante varios días en las pantallas: los cuadros.

Cerca del panel, sobre una mesa, está el magnetofóno que acompaña a los cuadros en las horas sin imagen.
“¿No sería posible proyectar desde esta emisora programas ya grabados en las jornadas en que, por avería, no llega la televisión a la provincia?”
“No, por ahora. Haria falta un aparato de telecine y no disponemos de él”
“¿Siguen ustedes algún programa de manera especial?”
“Sí. El que más nos interesa es el del tiempo. Sobre todo en el invierno”
Si hay mucha nieve no se puede realizar el relevo, como ocurrió hace un mes. Nosotros tuvimos que permanecer aquí durante tres días más.

Por otra parte tememos las tormentas. Para los técnicos del Gamoniteiro el día más largo es el del relevo, porque es el día que rompe el aislamiento de una semana:
“Contamos, los minutos y hasta los segundos”
“Yo —dice Juan Arrúe— noto como los rostros de los demas adquieren un especial tono de alegria cuando ven aparecer el equipo de relevo. Supongo que los demas notaran la misma alegria en mi”
“Cual es el dia que mas temen? El de las averias. Nadie tiene un minuto de reposo. Sabemos que toda la provincia comienzan a impacientarse cuando ven aparecer los cuadros en sus pantallas”
Pero a veces no resulta tan fácil localizar la avería, como ocurrió hace poco. Uno de los cables del tendido subterráneo reventó como consecuencia de una descarga eléctrica.
Había caído una nevada muy grande y resultaba difícil localizar el punto exacto donde se había producido la ruptura.
“Tuvimos suerte y comenzamos a cavar en un lugar próximo a la emisora y cuando apenas llevábamos tres metros, encontramos el cable quemado”
¿Ocurre esto porque las instalaciones no están en buen estado?
“Siempre puede lograrse un mejor nivel en las instalaciones, sin embargo creo que hemos logrado una seguridad aceptable con los medios que tenemos en nuestras manos”
Supongo que en otros países ocurrirá que las instalaciones en determinadas zonas estén expuestas a los mismos accidentes.
¿Cómo es que en esos países no se producen averías con tanta frecuencia como aquí en Asturias?
“Yo pienso que aquí no se producen con tanta frecuencia como se dice, porque cortes de varios días no se producían desde hace dos años. Por otra parte, en otros países se han realizado grandes inversiones que posiblemente nosotros no podamos hacer. Tal vez algún día lleguemos a ello”

Una comida con nostalgia
A las tres de la tarde, el matrimonio residente comienza los preparativos para la comida y los escasos miembros de la comunidad van ocupando sus puestos alrededor de la mesa.
Durante unos minutos nadie pronuncia una sola palabra, tal vez porque todos están pensando en sus familias.
“Para nosotros la Nochebuena y la Navidad son dos días igual que los demás, aunque es cierto que sentimos nostalgia”
“Bueno, esta fiesta la celebraremos el día 31 juntamente con la de Nochevieja en nuestros hogares”
¿Y esta noche que harán?
“Nada, cenaremos y nos iremos a la cama, como hacemos habitualmente”
Sin embargo uno de ellos, Juan Arrúe, no se retirará a su habitación hasta las dos y media de la mañana.
“Me quedo de turno hasta el cierre de las emisoras de radio y de TV”
Juan Arrúe va todas las semanas a Bilbao. La difícil escalada en los días de nieve intensa.
Es un viaje cansado, pero me compensa. Además no me aburro: mientras voy al volante hablo con muchos radioaficionados.
Tiene instalada en su coche una emisora:
“Tengo una gran afición por todo esto. Después de pasar una semana en el Gamoniteiro, debería desear durante unos días no oír ningún ruido, y sin embargo no soy capaz de olvidarlos”
Durante las horas de las comidas, en el pequeño comedor, les hace compañía un objeto que durante todo el día se ha hecho inseparable de los técnicos: el monitor.
Lo transportan desde la contigua «sala de máquinas» para vigilar cada una de las anormalidades que se puedan producir.
“Pero ahora en una temporada no habra problema. Salvo que haya otra tormenta”
Entre los técnicos de este turno hay uno que fue subcampeón de España de fondo.
Es un buen esquiador: durante la ascensión al Gamoniteiro y en el regreso hasta el «jeep» hizo el camino en esquíes junto con Manuel Pulgar.
“Es la mejor manera de nadar por aquí. Las caminatas resultan así menos fatigosas”
Saturnino Morales fue subcampeón de fondo en el año 1945. En la actualidad tiene cuarenta y tres años.
“Participé en competiciones hasta el año 1950, luego comencé a trabajar aunque nunca dejé de hacer deporte. Ahora casi a la fuerza…”

Referencias
- Artículo: Asturias Semanal Nº32, Sabado 27 de Octubre de 1969.
- Fotos: Suarez
- Adaptación digital: Telecos Asturias.
- Juan de Lillo